dagamutante

Sunday, June 18, 2006

Estoy dispuesta a ser un cóndor en la ciudad


Como un cóndor estoy condenada a la longevidad, un destino especial donde mi supervivencia es tan importante que de ella depende la no extinción de la especie y como ellos mi tasa de reproducción es muy baja. Sabrás que los cóndores somos muy pocos y no nos multiplicamos facilmente, cada uno vale demasiado.
Nuestro plumaje cambia tantas veces hasta que definitivamente se vuelve negro, no somos adultos a temprana edad como otras especies; nos vamos volviendo esos grandes voladores del espacio lentamente y progresivamente.

El mundo no puede detenerse a conocernos en profundidad, admiran nuestro modo de vida pero no nos imitan, no somos los grandes depredadores del mundo animal. Formamos una pareja para toda la vida, sobre un estrato arenoso de las cavernas montañosas ponemos nuestros huevos y nuestros nidos no son convencionales los hacemos a kilómetros de distancia.
Si los humanos aprendieran a ver las cosas desde las alturas en que nosotros nos movemos, mucho de su dramaturgia y de su historia no tendrían sentido de ser, bajo nuestro los grandes abismos nos saludan al pasar, somos los reyes de la soledad pero si nos uniéramos nuestra soledad no se parecería a la de los hombres.
Ellos ni aún unidos dejan de estar aislados, porque todo lo que realizan lo hacen en función de algo, no tienen obras magnánimas, crean lazos por conveniencia, no entienden el valor de ser ellos mismos; no respetan sus vidas, no anhelan vivir intensamente y prolongadamente.
Por eso, hoy tomé una determinación, quiero ser un cóndor en la ciudad,
sobrevolar los rascacielos, mirar los subterráneos y sus multitudes fatigadas desde la cumbre de las ideas que algún día alguien se atreverá a poner en práctica. Yo soy quien siempre fui pero ahora dedicaré mi tiempo a pasar a algunos ideales que se han ido cayendo para que no pierdan su vuelo.
No hay peor ley natural que la de las aglomeraciones urbanas, no hay peor ciego que el que no quiere ver, no hay peor hombre que el que no se atreve a ser y a transformar la historia decadente de su especie